Un día, de forma casual, conocí a Luis Costa, biólogo que hizo su tesis doctoral sobre el corzo, aquí, en nuestros montes, y así surgió una animada conversación sobre esta especie, así que de vez en cuando, seguimos en contacto y ¿de qué hablamos?... Imaginaos.
Pues, entre otras cosas, por supuesto que de corzos, corzas y corcinos. Pero recuerdo el día en que en uno de nuestros contactos por correo electrónico, describió a este animal con esta escueta frase: “el corzo, ese animal de mirada dulce y voz ronca”, y para mi que dio en el clavo en describir como es el encuentro con un corzo, cuando te mira con esos ojos tan dulces y de pronto te ladra con su voz ronca, así que me he tomado la libertad de usar la frasecilla para titular este artículo.
Pues voy al grano, que hay mucho que contar.
El corzo es un mamífero artiodáctilo. ¿Y esto último que es? Pues que presenta un alargamiento de sus extremidades y una reducción del número de dedos como adaptación al salto y a la carrera, pero además es un ungulado. ¿Y esto? Pues que tiene dos largos dedos y otros dos laterales muy reducidos recubiertos de pezuñas. Es el más pequeño de la familia de los cérvidos, a la que pertenecen también el ciervo y el gamo, aunque hay que decir que este último está ausente en nuestra comarca.
Los corzos de la Cantábrica no llegan a superar los 30 Kg. de peso, la medida media desde la base del pie anterior hasta la cruz (protuberancia anterior del lomo) es de 67,5 cm. en las hembras y de 68,5 cm. en los machos y de aproximadamente 1 m. de longitud media, medida que se toma desde el extremo del hocico hasta la parte posterior del animal. La abundancia, disponibilidad y calidad de la comida, será un factor regulador del tamaño corporal.
El corzo presenta un pelaje de color pardo en primavera-verano y mudará a un pelaje más denso y gris con la entrada del otoño, manteniéndolo durante el invierno. Esta coloración le hace ser más mimético (para pasar desapercibido) entre la vegetación según el aspecto de esta en cada estación. Sus patas posteriores son más largas que las anteriores y durante la huida, esto le permite saltar hasta dos metros de alto y seis de longitud.
El macho tiene algo más corpulencia que la hembra, en él la parte anterior del cuerpo es más maciza que la posterior, sin embargo en ella es la parte posterior más ancha. Vistos de espaldas, ambos presentan el escudo anal o espejo, es decir un trasero lleno de pelos blancos que en el macho tiene forma de riñón o judía y en al hembra es como un corazón invertido con un mechón de pelos (que no es una pequeña cola) también blancos. A todo esto hay que añadir que el macho porta una cuerna de tres puntas, rugosa y que renovará todos los años, luego en el breve período de tiempo que no presenta cuerna, habrá que distinguir machos y hembras por las características citadas anteriormente.
Donde y como vive.
Su hábitat ideal son los bosques húmedos con sotobosque, donde poder ocultarse, con praderías cercanas, pero también han colonizado medios creados por el hombre (bosques de repoblación, zonas de cultivo, bosques degradados...). Su pequeña y esbelta talla y sus reducida cuerna (en el caso de los machos) les facilita el no enredarse en la maleza y poder huir a ocultarse entre ésta, cuestión en la que colaboran también una vista, oído y olfato muy bien desarrollados.
Cuernos de corzo. Foto: Salvador González.
La autora señalando una escodadura de corzo.
Bueno, pues en el caso de que todo transcurra adecuadamente para la hembra y sus fetos, con la llegada de la primavera, ésta buscará un lugar apartado y seguro y parirá dos corcinos, casi siempre un macho y una hembra, aunque también se dan casos de parir un corcino y, raramente, tres.
Las crías pesan al nacer entre kilo y kilo y medio, el pelaje es de color pardo, moteado de pequeñas manchas de color crema, esto les hará pasar más desapercibidos entre la vegetación. A la semana ya pesarán unos tres kilos y a los veintiún días ya son capaces de rumiar.
La hembra tendrá que dejarlos solos al principio para poder alimentarse, la estrategia para que los pequeños corcinos no llamen la atención sobre los predadores es la siguiente: La hembra separa a la pareja unos 40 metros, los corcinos se tumbarán y permanecerán así inmóviles hasta el regreso de la madre. Por ello, si alguna vez nos encontramos un corcino de esta forma, no debemos pensar que está solo y abandonado, solo está esperando el regreso de su madre y debemos de abstenernos de recogerlo e intentarlo criar o llevarlo a un centro de recuperación de fauna, pues, con toda nuestra buena intención, lo único que habremos conseguido es destrozar una familia corzuna.
Corzo en invierno.
Al año de vida, la madre expulsa, por así decirlo, a sus crías ya mayores antes del momento del siguiente parto. Las dos crías, macho y hembra, permanecerán un tiempo juntos, pero el macho tendrá que empezar a buscar su territorio y la hembra, a veces, cuando han crecido un poco sus nuevos hermanos, su presencia es aceptada de nuevo por su madre; de no ser así, ella intentará fundar su propia familia.
El corzo tiene un importante valor ecológico como consumidor de materia vegetal, regulando así la estructura del bosque, pero también es presa de predadores como el lobo y el zorro. Su mortalidad también es consecuencia de enfermedades que atacan a la especie o de inviernos muy rigurosos y con grandes nevadas, debido a la falta de disponibilidad de alimento. Las grandes nevadas pueden incluso atraparles físicamente, ya que se las apañan bastante bien con espesores de nieve de hasta 80 cm., pero por encima de esto y con la nieve blanda no pueden moverse y, por consiguiente, morirán de hambre y frío.
Os podría contar muchas más cosas del corzo, pero me parece que ya me he extendido bastante por esta vez, y es que me pierde la pasión. Hasta otra.
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